Cabaret Biarritz: la galería



¡Ah, Biarritz, Biarritz! Biarritz la incomparable, Biarritz la inmortal...

¡Sensacional! ¡Fantástica Biarritz!

¡Ah, Biarritz! La vida y los placeres no se conocen

si no se vivieron aquellos años dorados en Biarritz. 

 

 

Entiéndame bien, señor Miet, que yo no soy una consentida: que si me voy con hombres o lo que sea para ganarme mi dinero, lo hago porque quiero. Mi hermana Claudine me dice que sí, que soy una ramera, pero a mí lo mismo me da, porque yo no lo soy: yo soy bailarina, y luego lo que me guste a mí o lo que me convenga para mi economía personal... eso ya es cosa mía.

 

Ziegfeld Follies
Ziegfeld Follies


"¡Eres muy mala, Gina-Jane!"

Sí. Qué le vamos a hacer. Aunque mi maldad se reduce a la voluntad de buscar la belleza por encima de cualquier obstáculo. Y Beatrix Ross, en aquel momento, me parecía el objeto más noble y más excelso por el que una podía portarse de un modo innoble.


 

Tenía muy mala cara, a pesar de lo hermosa que era, que parecía una Magdalena con el pelo tan largo y tan rizado (porque lo llevaba à la préraphaélite y nunca se lo cortó a la moda), y estaba muy pálida y me parecía que sufría mucho. Cuando le preparé el baño con agua caliente, me dijo que podía irme, como siempre...



Y bailábamos así. Siéntese ahí, que le hago el baile. Mire, primero así, y enseñábamos las piernas, y luego íbamos moviendo así la cadera... para dar a entender lo que decía la canción, ¿comprende usted?, y luego así, así... ¿No le gusta?


Colleen Moore, "We Moderns", 1925
Colleen Moore, "We Moderns", 1925


...consideré que lo más pertinente era comportarme como si hubiera celebrado esas sesiones fotográficas muchas veces, y casi a todas horas. Y aunque me temblaban las rodillas cada vez que una de aquellas bellezas posaba delante de la cámara, yo hacía como si no las viera y procuraba concentrarme en los contrastes de las luces y las sombras, en los brillos, en el enfoque y en otras cuestiones técnicas.


 

Beatrix tuvo numerosísimos pretendientes, como es natural, a los cuales fue ignorando sucesivamente, escuchando sus plegarias, sus llantos y sus apasionadas declaraciones, asistiendo con una mezcla de vanidad y lástima a aquellos tristes espectáculos amorosos.

 


Además, para sofoco de los más timoratos, por aquellos años comenzaba a utilizarse el escandaloso bañador une-pièce, lo cual provocaba acaloramientos y fiebres en los caballeros, y gritos de indignación furibunda entre las damas más piadosas y recatadas. Si hay que acudir a la verdad, yo diría que aquellos bañadores eran propios de cocottes...


 

Naturalmente, yo caí rendido a sus pies, pero por fortuna Trixie nunca me amó, así que pude tener una vida feliz y una carrera profesional aceptable. Ninguna de las dos cosas habría sido posible si me hubiera entregado a esa mujer.


Alice Joyce (1925)
Alice Joyce (1925)


Tengo varias empresas aquí, en París. Empresas importantes, ya sabe. Empresas de categoría intelectual. Centros culturales destinados a la promoción de las artes musicales y escénicas. Entre el boulevard de Pigalle y Montmartre. Podría decirle que la labor de promotor cultural es seguramente una de las tareas más ingratas que uno puede emprender. Pero todo lo hago por amor a la cultura. 



Pero durante todo el día había hecho un calor espantoso. A esas horas de la atardecida, cuando el sol era un gran círculo anaranjado que vibraba con los fulgores del azul turquesa del mar, el aire aún era casi irrespirable, y sólo las tímidas ráfagas de brisa salada que levantaban las olas conseguían aliviar aquel atardecer sofocante.



Las mujeres de corazoncito tierno y los hombres sensibles suelen buscar los sentimientos más elevados en las cuartillas garabateadas de los poetas. Pero, en fin, señor Miet, ¿qué clase de ridículos sentimientos son ésos que pueden describirse en novelas y poemas? No daría ni medio céntimo por un amor que puede describirse en versos.


Carole Lombard
Carole Lombard


Pasábamos los veranos en Niza, o en Deauville, o en Biarritz, o en San Sebastián... Un año entero estuvimos en Inglaterra, cuando yo tenía dieciséis años; y disfrutamos del verano en Brighton, e hicimos una excursión a Bath, y bebimos aquellas aguas asquerosas que dicen que son tan buenas para todo, en lo cual se ve la fe que tienen los ingleses en la ciencia y su escaso talento para el turismo.


 

Jugueteaba con un larguísimo collar de perlas. Sus zapatos rojos de charol lanzaban tantos destellos como la diadema de lentejuelas rojas y negras. Me sonreía con su orgullo burlón tras una copa de burbujeante Moët.

 

Louise Brooks
Louise Brooks


Francamente, señor Miet: creo que la señora Ross Buttgereit-Dientzenhofer despertaba en las mujeres unos profundos sentimientos de envidia, simpatía, antipatía, admiración, desprecio, embeleso y odio puro e irracional. Y con frecuencia, todos a un tiempo.


Esther Ralston
Esther Ralston


Pero no importa lo que Gina-Jane pudiera decir, señor Miet: yo le aseguro que aquella preciosidad neoyorquina seguramente tenía encantos tan apetecibles como su cuenta bancaria, o de lo contrario la voluble Gina-Jane no habría estado jugueteando con ella.


Loretta Young y Sally Blane (c.1928)
Loretta Young y Sally Blane (c.1928)


Alfred Czewolski dijo que Mata-Hari eran palabras malayas... (¿Malayas? ¿Existirá realmente Malaisia o será una invención de pintores de mujeres exóticas?). Alfred Czewolski dijo que Mata-Hari eran palabras malayas... y que significaban... "Ojo del día"... El sol. El sol.


Greta Garbo en el papel de Mata-Hari (1931)
Greta Garbo en el papel de Mata-Hari (1931)


Beatrix era una joven preciosa, por si no lo sabe usted. Aparte de aquel mechón rojo, indicio de su virulencia infernal, tenía una piel blanca y suave, unos ojos llameantes, una nariz austrohúngara y unos labios algo más que gordezuelos para la moda.



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